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jueves, 14 de enero de 2010

SUR

[La Guardia, Vigo - 2009]

Frente a mí el mar se va oscureciendo majestuosamente, como mi futuro. O al menos así lo siento hoy, esta tarde de invierno en el fin del mundo. He llegado despacio, como hago cada tarde, para despedirme del día. Quién sabe cuál podría ser el último... Detrás de mí, a lo lejos, ha quedado la vida, con el murmullo del pueblo y la verbena. Cada septiembre las fiestas traen jolgorio a unos y melancolía a otros, y solo el aguardiente consigue compensarlos a todos. Cuando eso ocurre es el momento de abandonar la plaza y salir del barullo por las calles más apartadas. Y bajar hasta el mar a tomar el último trago.


Si pudiera enrolarme en un barco que fuera siempre al sur persiguiendo al sol, lo haría. Para que nunca más volviera a caer esta noche de caverna sobre mí. Hoy no se ve ningún barco cruzar la costa, y en apenas unos minutos no se verá la costa siquiera. Las olas rompen en las rocas a lo lejos y la humedad de salitre cala en los huesos. O tal vez sea el orujo lo que cala...


Si me enrolo en un barco zarparé con el poniente, para ver como anochece el pueblo desde el mar y tal vez sentir una punzada al no encontrar mi ventana encendida entre el resto. Me alejaré mientras la verbena sigue su jarana como cuando estaba yo, como antes de que yo estuviera y como seguirá el día que vuelva.


O el que ya no pueda volver más.


3 comentarios:

  1. Tanto la foto como el texto son preciosos, inspiran una melancolía tremenda, una que es hermosa y oscura al mismo tiempo. ¡Muchas felicidades por el blog! ¡os sigo desde ya!

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